“UNA TARDE CUELAQUIERA, UNA NIÑA” de KAREN PAZAN – OCTUBRE 2022 – galería hifas

VI VERSIÓN PUERTAS ABIERTAS ARTISTAS YUNGAY

OCTUBRE 2022

“Como mujer no tengo patria” Virginia Woolf 1938

¿Cómo han de hacerse a una patria las mujeres, cómo van a optar por una, aceptar una, si como mujeres no tienen patria? De tanto tiempo atrás que no hay sino una patria masculina, que lo único femenino de patria es el género del término en castellano o en francés, no su significado, el que se enraíza en pater, del latín, padre, patriarca, pəter, fader fæderfather fatherland Vater Vaterland…

No tiene cien metros su calle en Santiago, la de la cantinera Irene Morales, dos veces viuda, sargento del Ejército doblegador de la Guerra del Pacífico, quien luchó en siete batallas hasta la ocupación de Lima y luego al volver murió de pulmonía, a los 42 años, si bien alcanzó a participar en la conmemoración aquella aciaga guerra, realizada a unas cuadras de esta mismísima ventana. El monumento erigido para aquel acto fue el soldado del pueblo, el roto chileno, en la Plaza Yungay, en tanto la breve calle IreneMorales, a una cuadra de donde se levantaba la estatua ecuestre de su comandante Baquedano, ha estado a punto de perder hasta el nombre, si no lo ha perdido ya. Es que es mujer, cómo sino. ¡Viva la patria!

Un retrato de estudio recuerda a Irene Morales, sentada, con el fusil apoyado en la sillay su barril y su cuchillo en el regazo, o en sus faldas, o como sea que se diga cuando estos implementos militares no los porta un hombre enhiesto con actitud viril, sino una mujer quieta y ensimismada como nuestra Irene en esa foto. O en la pintura de Karen Pazán, acá delante nuestro. Al igual que Irene, nacida en Curicó, lxs pudúes como la de este cuadro empiezan a asomar en Chile en el sotobosque de la Región del Maule, discretxs y sagaces, frágiles y, por ello, necesariamente hábiles para sobrevivir el acoso de los hombres. Aunque muchxs mueren y siguen muriendo, aunque la impunidad se sigue enseñoreando en sus ámbitos invadidos, en su debilidad, en su persecución y muerte. Y son tan bonitxs –como esta linda pintura, ¿no?

La pintura de Karen Pazán, un lienzo pendiente de un techo inseguro, sin montar en bastidor, una tela rodando sin cortar por el suelo, se nos planta ilimitada por sus limitaciones, así como Irene Morales se nos planta ilimitada por sus limitaciones, así como se nos plantan lxs pudúes, así como la pequeña y bella y vulnerable pudú se nos planta ilimitada desde su gran ojo, que nos ve primero esquivarle la mirada y luego no poder evitar mirarla de nuevo, una y otra vez y otra. Como una tarde cualquiera una niña nos mira –a hombres, padres, patriarcas y patriotas–, y nos para en seco.

Mario Fonseca

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