“La Naturaleza rebelde” del artista Zebrah – Espacio Temporal Lucrecia- Noviembre 2024

Hay momentos en que toda la ansiedad y el esfuerzo acumulados se sosiegan en la infinita indolencia y reposo de la naturaleza.

Henry David Thoreau

La obra de Sebastián Riveros eclosiona desde la convulsa y caótica sociedad presente, con un mensaje revelador que nos impulsa a abrazar el equilibrio que emerge de la naturaleza. La suma de todos sus aspectos formales en el lienzo, nos llevan a una conjugación simbólica donde cada elemento dispuesto en el plano tiene un sentido orgánico, -cromático vegetal o telúrico- magmático, como una composición que aúlla desde su dolor abisal. Usando colores de pintura fosforescente expone su discurso bio-luminiscente, que nos conmueve en su llamado urgente a frenar tamaña destrucción del equilibrio ecológico global, así, toda la estética de las obras apunta y refuerza ese concepto en ese sentido. El artista nos dice “La naturaleza es revolución contra el sistema opresor”, porque para Sebastián, el modelo no sólo destruye el entorno natural, sino que además oprime, explota y aliena al ser humano, con su   adormecimiento producto de los mass media, y este no se percata que está próximo a una línea de no retorno en el sendero de la extinción.

En sus telas, predominan colores relativamente puros, como amarillos, rojos y azules, que se intercalan con los secundarios, verdes, sienas, café sombras, u otros tonos ocres, pero siempre predomina una alta temperatura de dichos colores, sumado al uso de pinturas fosforescentes, que en noches en lugares públicos cerrados se yuxtaponen generando un efecto 3D, estas obras se exponen en estos sitios donde acuden los seres, para distraer la pesada carga semanal de existir dentro de un sistema de artificios agobiantes.

Las formas surgen, desde la experiencia previa del artista, un asiduo explorador y deportista al aire libre, que ha visto trocada su vida a desenvolverse en la trampa del cemento y el asfalto, y es allí donde las formas serpentean, giran, y componen sus propios ciclos, en una escena colmada de imágenes variadas, pero siempre haciendo una cita a lo natural por su experiencia anterior, pero ese mismo ambiente exterior es también el paisaje interior, con alegorías y un metalenguaje construido en lo más profundo del consciente que desea advertir y despertar a la consciencia, más allá de un simple impulso semi-racional de asegurar una sobrevivencia momentánea o de mediano plazo.

Uno puede encontrar en él, otras obras donde la usencia de algún aspecto geométrico es mucho más notorio que en otros, ya no hay triángulos o círculos que predominen, sino que muchas figuras sinuosas, en una suerte de multiplicación de meandros que se entrelazan o que son transversalmente cruzados por diagonales que rememoran montes, lomas, o quizás líneas que provienen de un paisaje de la surrealidad, porque Sebastián, busca desde hace bastante tiempo dentro de lo maravilloso todo aquello que le permita descubrir lo arcano, al igual que ha sido la tradición dentro del Surrealismo desde aquellos lejanos años de principio del S. XX. Primeramente experimentó con el collage, pero actualmente ha depositado su sentir en la forma más expresiva de un automatismo con ciertos tonos de figuración, entonces el plano se llena de signos, formas que superpuestas, opuestas o limítrofes nos revelan el mundo arquetípico que se transmite entre los seres, ya sea en la etapa embrionaria, en los sueños o el delirio como lo definiera el alquimista Eliphas Levi, pues allí donde el ser está plenamente en contacto con la sabiduría cósmica, el Akasha, o el Ein Soph manifestado según la palabra cabalística.

Todas las obras poseen dos o más personajes, que vestidos de colores fuertes y planos, conviven en este mundo o selva fosforescente del mundo exterior e interior, estos seres levitan, son menos densos, por lo mismo no son humanos, son creaturas sutiles, fantasmas no ecto-plasmáticos sino que son claramente perceptibles por lo que se deduce que el autor los trae desde un plano ajeno, para habitar este nuevo estadio de cosas, donde también las otras bio formas adoptan una morfología azarosa, tanto así que el mismo paisaje asoma contra toda ley física, llegando a presentar dos o más líneas del horizonte bien definidas, no como un supuesto, sino como una surrealidad concreta, bajo soles flamígeros de vivos rojos o amarillos, que giran bajo sus propias leyes insertos en el paisaje. Un paisaje que en ciertas obras se ve alejado de la ciudad. El artista como el Tao, toma al “mundo como un recipiente sagrado, que no se puede manipular. Quien lo maneja lo ensucia” (1)

Enrique de Santiago, Septiembre, 2024

  1. Tao Te King, Lao-Tse, Cáp. XXIX, pág. 62, Plutón Ediciones, Tercera edición, 2022.
No items found.