CICLO DE EXPOSICIONES GALERÍA HIFAS 2023-2024
Desde su experiencia como diseñadora teatral Catalina Gato nos presenta El Gato Gigante, un diorama en pequeña escala en el que se observa una dinámica es- cena emplazada en una calle ficcionada de Santiago centro. En ésta un ejemplar gigante de esta especie duerme y a la vez interrumpe la paz de los humanos que la habitan.
La obra presenta gran cantidad de detalles, pequeñas ventanas que nos dirigen a una amplitud de significados que hilados unos con otros van contando una historia en la que el eje principal es un estado de alerta. Existe ciertamente, una tensión entre los personajes humanos y no humanos de esta historia.
El animal es un gato huiña, especie endémica del sur del continente americano presente en Argentina, pero especialmente en Chile donde es conocido popularmente como “gato de campo”. No es casualidad que entre los chilenismos se use la palabra huiña para referirse a un ladrón. En este contexto, el gato durmiente se ha robado la tranquilidad del barrio. Sin embargo ¿Él la robó?
Hasta lo que podemos suponer con la información disponible en escena el animal no hace más que dormir. La presencia del gato se revela como un ente ominoso, es decir, como un elemento cotidiano o incluso doméstico que se vuelve desconocido o extraño, por lo tanto, abominable. Catalina Gato nos invita a invertir las escalas y en ese juego nos devuelve a nuestra propia animalidad.
Del lado de la especie humana vemos varias acciones ocurriendo, entre reporteros, policías, camarógrafos, personal sanitario y varios vecinos se crea una atmósfera de caos. Tratan de amortiguar el impacto de un peligro inminente. Eso nos lleva a la pregunta, ¿Dónde reside ese peligro? ¿En lo grande, lo visible? ¿En lo que no estamos viendo? ¿O en nuestro modo de vivir y cómo hemos construido nuestras propias lógicas relacionales de poder?
Pedro Lemebel, en entrevista con Tati Pena en los años 90’ decía “una multitud de personas frente a un hombre armado, es minoría en relación al poder”. Recordemos que la pandemia que hace poco vivimos fue desatada por un ser microscópico. En este sentido, la actitud pasiva del felino nos lleva a la conclusión de que su potencial poder es sólo un artificio, y éste se sostiene justamente por todos los humanos que dotan de ese poder al animal.
Mirando las películas que abundan en los cines comerciales aprendimos que la ficción va muy de la mano con la catástrofe y escenarios distópicos, cuando también podría ser una posibilidad de pensar otros mundos posibles, lejos del desastre. El escenario dispuesto por la artista sugiere algo en esa línea. Una puerta de interpretación distinta se abre, cuando reparamos en que una camioneta fletera dispone partes del animal a modo de montaje.
Si tenemos el poder de la ficción en nuestras manos. ¿Qué tipo de historias queremos contar?
Paz Marcela